Los disruptores endocrinos son compuestos químicos exógenos que pueden interferir con cualquier aspecto del sistema hormonal. Por tanto, pueden tener un gran impacto en nuestra salud.

El sistema endocrino regula casi todas las funciones del organismo y es importante en todas las etapas de la vida, pero, sobre todo, durante el desarrollo (niñez) y embarazo. Al ser capaces de alterarlo, influyen en el desarrollo de enfermedades crónicas de elevada prevalencia mundial, como la obesidad, enfermedades cardiovasculares o cáncer.

Por ejemplo, se prohibió la venta de biberones con bisfenol A (BPA) ya que, por su capacidad de unirse a los receptores de estrógenos (hormona sexual femenina), podía tener repercusiones graves en la salud del recién nacido.

Se trata de sustancias (o mezclas de sustancias) que se sintetizaron para cumplir funciones muy diversas. Algunos acceden al organismo de manera cotidiana y son rápidamente excretados, mientras que otros pueden acumularse en el tejido graso durante mucho tiempo. Por ejemplo, el DDT (un plaguicida resistente a la degradación), se prohibió en 1972, pero si hoy lo medimos en la población actual, todos tendríamos un metabolito del DDT en nuestro cuerpo.

Actúan a través de mecanismos muy diversos que convergen en acciones similares, sinérgicas y a largo plazo. Además, estamos hablando de dosis acumuladas y de exposiciones combinadas, con lo que el efecto no es directo (algunos se han observado muchos años después).

La dieta es la principal fuente de exposición (incluso al 80-90%) para muchos disruptores endocrinos. Aunque reducir a 0 nuestra exposición a estas sustancias no tendría sentido, las recomendaciones de alimentación más importantes para minimizarlas, son:

  • Apostar por la agricultura y la ganadería ecológica, dando prioridad a los alimentos de proximidad y de temporada. Se ha demostrado que tiene menos plaguicidas y que han sido expuestos a menos sustancias.
  • Seguir una plant-based-diet o alimentación basada principalmente en alimentos de origen vegetal (frutos secos, legumbres, etc.). Mejor optar por aquellos que no vengan en lata o envases de plástico.
  • Limitar el consumo de pescados de gran tamaño y que vivan mucho tiempo (Ej. Atún o pez espada) en niños y adolescentes en edad de desarrollo y, sobre todo, durante el embarazo y la lactancia. Algunos contaminantes como los policlorobifenilos (PCBs) quedan acumulados en la grasa de estos animales.
  • No reutilices las botellas de plástico. Con el uso, el plástico se va desgastando y se ceden pequeñas partículas de la superficie al agua, sobre todo si se ve exponen a altas temperaturas. Lo mejor es utilizar botellas de vidrio. Cada vez hay más modelos de botellas pequeñas de vidrio (normalmente recubiertas de silicona) que podemos transportar y reutilizar sin problemas 👌. Otra opción son las botellas de aluminio.
  • No hay que olvidar que los disruptores también se encuentran en otro tipo de productos como los productos de limpieza, de pelo, maquillaje, etc. También están presentes en la propia contaminación del ambiente.
  • Y ¡Cómo no! consumir la menor cantidad de ultraprocesados posible. Es importante que la sustancia que esté en contacto con el alimento sea lo más inerte posible. No obstante, los procesados llevan siempre envolturas de plástico y en su procesamiento se añade una gran cantidad de compuestos.

Aunque hay que seguir estudiando y controlando el efecto que producen estos compuestos sobre nuestra salud, la reducción de los niveles de exposición podría tener una enorme trascendencia a nivel poblacional.

En definitiva, sabemos que las enfermedades crónicas son multifactoriales, y los contaminantes serían una pieza más dentro del puzle plurietiológico que las caracteriza. No se trata de crear una alarma, sino de divulgar información veraz que pueda empoderarnos para minimizar nuestra exposición a ellas y, con esto, contribuir en la prevención de las enfermedades sobre las que actúan.

Y tú ¿Eras consciente de la influencia que tiene la comida sobre nuestras hormonas?

Redactado por: Marta Aguilar Díaz | Dietista – Nutricionista

REFERENCIAS:

  1. World Health Organization, United Nations Environment Programme. State of the science of endocrine disrupting chemicals – 2012.
  2. European Environment Agency. The impacts of endocrine disrupters on wildlife, people and their environments. The Weybridge+15 (1996–2011) report 2012 — 112 pp.
  3. Schug TT, Janesick A, Blumberg B, et al. Endocrine disrupting chemicals and disease susceptibility. J Steroid Biochem Mol Biol. 2011; 127:204–15.
  4. Arrebola JP. Disruptores endocrinos persistentes y enfermedades crónicas: un antiguo problema para las generaciones actuales. Ponencias presentadas en la IX Conferenca Nacional de Disruptores Endocrinos. Rev. salud ambient. 2015;15(Espec. Congr.):65-85
  5. Arrebola JP. Diabetes, obesidad y alteradores endocrinos. Ponencias presentadas en la VIII Conferenca Nacional de Disruptores Endocrinos. Rev. salud ambient. 2013;13(Espec Congr):63-82