No es ningún secreto que el endometrio (la capa más interna del útero) cambia cíclicamente cada mes. Tampoco es un secreto que la forma en la que cambia o se prepara es imprescindible para lograr conseguir la implantación del embrión.

Sin embargo, el endometrio puede ser como un bíceps hasta arriba de esteroides, que se ve muy tonificado pero en cuanto levanta 5 kilos, no aguanta ni dos series.

Visto que el físico no lo es todo, los científicos y ginecólogos cada vez miramos más allá, intentamos ver la belleza en el interior… buscando… la funcionalidad.

Como todo lo que empieza a ser descubierto en el puzle de la ciencia, hay muchas piezas sobre la mesa. En este caso ya no solo empieza a ser importante saber que el endometrio está bonito, si no que realmente funciona. Una de las vías de estudio y evaluación que está tomando fuerza es mediante el sistema inmune, uno de los canales principales de comunicación para que el embrión implante.

Cada vez es más común encontrar historias clínicas de mujeres con infertilidad que se remontan a al menos 2 años de historia, y no tiene por qué deberse a muchos problemas per se, si no porque se requieren condiciones ambientales concretas, sobre todo en los casos complejos de infertilidad como abortos recurrentes o fallos de implantación.

En la línea del estudio de la funcionalidad del endometrio desde el punto de vista del sistema inmune, la evaluación de sus tipos celulares en ciertos sitios determinantes, está tomando mucho peso en el sector de la reproducción. El mes pasado el Dr. Taylor de la Universidad de Yale (EEUU), publicó un trabajo en el que explicaba que las células creadas en  la médula ósea tienen un papel muy importante en la decidualización del endometrio. La decidualización es un paso imprescindible en el ciclo menstrual, en el que las células del endometrio pasan de tener una conformación física de bloque delgado, a ser más laxas, segregar moco y permitir la irrigación y crecimiento de vasos sanguíneos a su alrededor (todo esto imprescindible para mandarle señales al embrión para que implante y para que se desarrolle). Que el Dr. Taylor y su equipo hayan descrito que la médula ósea tiene una función a este nivel es muy sorprendente, ya que quiere decir que hay una comunicación directa entre la médula ósea y las células del sistema inmune, y el útero (y el embarazo por extensión), y por lo tanto éste puede ser otro foco de diagnóstico y tratamiento para los casos de pérdida de embarazo recurrente o fallo de implantación; casos muy frustrantes debido a su desconocimiento etiológico.

Todos estos prolegómenos nos llevan a pensar desde cuándo tenemos que empezar a tener en cuenta nuestro ambiente si queremos tener hijos en un futuro, y la cantidad de información y conocimiento que podemos aplicar actualmente y que nos ofrece la ciencia. En este sentido, en PRONACERA THERAPEUTICS llevamos trabajando los últimos años en el desarrollo de una prueba dual, genómica e inmunológica, de evaluación del endometrio tanto estructural como funcionalmente desde un punto de vista inmune. Una herramienta enfocada para esos casos de fallo de implantación y aborto recurrente en los que la causa es compleja y no está clara.

Y aunque no tenemos la respuesta final para todo, lo que sí sabemos es que tendremos más calidad de vida si llevamos a cabo una dieta saludable y hacemos ejercicio y que esto repercutirá en nuestra fertilidad a corto y largo plazo, directamente.

Fuente: Pronacera Therapeutics y Taylor HS., Adult bone marrow progenitors become decidual cells and contribute to embryo implantation and pregnancy, Plos Biology, 2019.

Maripaz Jiménez.